¿Qué se hace con la basura una vez separada?
Cada 26 de enero se celebra el Día de la Educación Ambiental, porque nunca está de más recordar que el esfuerzo individual es muy importante. En cuanto a la basura doméstica, la apuesta empieza por erre, la inicial de las palabras reducción, recuperación, reutilización y reciclaje.
La educación ambiental en pro de una sociedad sostenible y equitativa conlleva un aprendizaje permanente, basado en el respeto por todas las formas de vida. Trabajando individualmente aunque pensando globalmente, son muchas las personas que han interiorizado esta doctrina. Fruto de su compromiso con la preservación de los recursos naturales y el medio ambiente, diariamente separan los residuos procedentes del hogar. Pero la mayoría ignoran qué pasa después. ¿Cómo sigue el proceso?
Inicialmente la basura se clasifica, además de por su origen (industrial, doméstico, etc.) según su composición: residuo orgánico, si se trata de desechos de origen biológico; residuo inorgánico si no tiene origen natural sino industrial; y residuos peligrosos, todos aquellos que constituyen un peligro potencial y por lo cual deben ser tratado de forma especial. En este último apartado se sitúa el material médico infeccioso, los residuos radiactivos, etc.
Materia prima gratuita
Con basura reciclada se fabrican materiales diversos. Por ejemplo, los envases de terafalato de polietileno, más conocido con la sigla PET, es decir, las botellas plásticas, pueden convertirse en ladrillos. Después de clasificarlas por color, son prensadas y compactadas para llevarlas a un molino. Ese elemento se mezcla con cemento, arena y un producto químico que favorece la combinación, y al fraguar queda convertido en viguetas o bloques aptos para construir paredes, techos o pavimentos.
La celulosa que se obtiene a partir de algunos residuos orgánicos puede ser transformada en aceites ligeros, si se somete a estos desechos a un proceso de hidrogenación, a altas temperaturas y a presiones de unas 300 atmósferas.
El compost es otro de los productos que se obtiene a partir de la basura orgánica, concretamente tras su fermentación. Se transforma mediante una acción microbiana controlada, pero requiere una selección exhaustiva previa para eliminar todo material que no tenga origen orgánico. El compost puede utilizarse como un excelente abono en parques y jardines.
Así, la tecnología aprovecha materias primas gratuitas y consigue crear productos a muy bajo costo. A la vez se elimina parte de la basura que contamina el medio ambiente y disminuye el consumo de materias primas vírgenes. No hay que olvidar que únicamente 7 países, que sólo aglutinan al 20% de la población mundial, consumen más del 50% de los recursos naturales y energéticos del planeta. La sobreexplotación de estos recursos y el aumento de la contaminación amenazan la capacidad regenerativa de los ecosistemas.
Pero todos los desechos no se reciclan actualmente, o sea, que no se transforman en un material al que se puede dar un nuevo empleo. Tampoco se recuperan. Son los residuos no aprovechables, que constituyen un problema para muchas sociedades. Un gran porcentaje de ellos se incinera. No obstante, mezclando las cenizas resultantes de la incineración de sustancias tóxicas también puede obtenerse un material útil, por ejemplo para pavimentar las calles.
Existe otra técnica, la pirólisis o destilación seca, que transforma la materia orgánica en productos de alto contenido energético. Mediante esta técnica puede obtenerse ácido acético, aceites ligeros, alquitrán y metanol, productos útiles como carburantes y como materias primas químicas.
Proceso cíclico
La reintegración de los residuos al ciclo productivo es una de las medidas más eficaces para una verdadera reducción de la basura. Para ello es preciso orientar la fabricación de productos a la reutilización y al reciclaje, tanto de sus envases como de los materiales que los componen.
La solución pasa por convertir la gestión de la basura en una industria con beneficios; entre ellos, la disminución y correcta separación de los deshechos, el cuidado de los mantos freáticos, fauna y flora, así como la generación de puestos de trabajo.
De esta forma, en vez de un sistema de producción, consumo y eliminación en el futuro se apunta hacia un proceso cíclico de producción, en el cual la mayor parte de los residuos de la producción así como del consumo se integren al ciclo productivo del mismo modo que la naturaleza lo hace.
Inicialmente la basura se clasifica, además de por su origen (industrial, doméstico, etc.) según su composición: residuo orgánico, si se trata de desechos de origen biológico; residuo inorgánico si no tiene origen natural sino industrial; y residuos peligrosos, todos aquellos que constituyen un peligro potencial y por lo cual deben ser tratado de forma especial. En este último apartado se sitúa el material médico infeccioso, los residuos radiactivos, etc.
Materia prima gratuita
Con basura reciclada se fabrican materiales diversos. Por ejemplo, los envases de terafalato de polietileno, más conocido con la sigla PET, es decir, las botellas plásticas, pueden convertirse en ladrillos. Después de clasificarlas por color, son prensadas y compactadas para llevarlas a un molino. Ese elemento se mezcla con cemento, arena y un producto químico que favorece la combinación, y al fraguar queda convertido en viguetas o bloques aptos para construir paredes, techos o pavimentos.
La celulosa que se obtiene a partir de algunos residuos orgánicos puede ser transformada en aceites ligeros, si se somete a estos desechos a un proceso de hidrogenación, a altas temperaturas y a presiones de unas 300 atmósferas.
El compost es otro de los productos que se obtiene a partir de la basura orgánica, concretamente tras su fermentación. Se transforma mediante una acción microbiana controlada, pero requiere una selección exhaustiva previa para eliminar todo material que no tenga origen orgánico. El compost puede utilizarse como un excelente abono en parques y jardines.
Así, la tecnología aprovecha materias primas gratuitas y consigue crear productos a muy bajo costo. A la vez se elimina parte de la basura que contamina el medio ambiente y disminuye el consumo de materias primas vírgenes. No hay que olvidar que únicamente 7 países, que sólo aglutinan al 20% de la población mundial, consumen más del 50% de los recursos naturales y energéticos del planeta. La sobreexplotación de estos recursos y el aumento de la contaminación amenazan la capacidad regenerativa de los ecosistemas.
Pero todos los desechos no se reciclan actualmente, o sea, que no se transforman en un material al que se puede dar un nuevo empleo. Tampoco se recuperan. Son los residuos no aprovechables, que constituyen un problema para muchas sociedades. Un gran porcentaje de ellos se incinera. No obstante, mezclando las cenizas resultantes de la incineración de sustancias tóxicas también puede obtenerse un material útil, por ejemplo para pavimentar las calles.
Existe otra técnica, la pirólisis o destilación seca, que transforma la materia orgánica en productos de alto contenido energético. Mediante esta técnica puede obtenerse ácido acético, aceites ligeros, alquitrán y metanol, productos útiles como carburantes y como materias primas químicas.
Proceso cíclico
La reintegración de los residuos al ciclo productivo es una de las medidas más eficaces para una verdadera reducción de la basura. Para ello es preciso orientar la fabricación de productos a la reutilización y al reciclaje, tanto de sus envases como de los materiales que los componen.
La solución pasa por convertir la gestión de la basura en una industria con beneficios; entre ellos, la disminución y correcta separación de los deshechos, el cuidado de los mantos freáticos, fauna y flora, así como la generación de puestos de trabajo.
De esta forma, en vez de un sistema de producción, consumo y eliminación en el futuro se apunta hacia un proceso cíclico de producción, en el cual la mayor parte de los residuos de la producción así como del consumo se integren al ciclo productivo del mismo modo que la naturaleza lo hace.
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